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¿Cómo orientar a los niños hacia un APRENDIZAJE CREATIVO Y FELIZ?


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Los niños no son tontos: rompiendo las costuras de la razón

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«Giocare con l’arte? Ma capiranno?… Così piccoli, capiranno cos’è l’Arte?… Capire cos’è l’Arte è una preoccupazione (inutile) dell’adulto… capire come si fa a farla è invece un interesse autentico del bambini» (Jugar con el Arte? pero lo entenderán?… Tan pequeños, entenderán lo que es el Arte?… Entender  qué es el Arte es una preocupación (inútil) del adulto, entender cómo se puede «hacer» (arte) es, sin embargo, un interés auténtico de los niños)

Alberto Munari

Es en el Arte y en los cuentos, pero también en cómo contamos la vida a los niños, cuando se transparentan nuestros pre-juicios hacia ellos: ¿Consideramos a  los niños personas capaces de entender el mundo? ¿Nos esforzamos tanto por preservarlos de lo que juzgamos como «triste» o «malo» que les construimos sucesivas esferas de cristal para protegerlos (o aislarlos)?

Los niños necesitan ser respetados y tienen el derecho a rodearse de ambientes ricos de experiencias.

El «enriquecimiento» significa dar nuevas oportunidades. Y esto no es compatible con una ciudad fragmentada donde el niño sólo se relaciona con otros niños y sus padres, pues los lugares de juego y ocio son suturas en el continuo urbano y las aceras ya no se pisotean, las tiendas no se curiosean y ya no se «cruza la calle solo»; no es compatible con una ciudad donde las personas mayores  «no existen» porque los barrios están estratificados por edad y condición social. Rodear a los niños de un ambiente rico no es respetar tanto «su espacio» que la mayoría del tiempo están solos abriendo nuevas ventanas virtuales para comunicarse; tampoco es uniformarles ofreciéndoles los mismos «planes familiares», las mismas canciones que les martillean en casa, en la escuela y en el teatro. Apuntemos hacia un horizonte alto que, sin embargo, tiene que ver más con una vuelta a «lo esencial», a las pequeñas cosas y a recuperar un ritmo más humano, el ritmo de los niños. 

El «ser respetado» se relaciona con el cómo nosotros les «enseñamos a mirar» el mundo. No nos olvidemos que los niños son personas cuyo nivel de comprensión es mucho mayor del que nosotros creemos. No podemos aislarles de lo que ocurre a su alrededor, pero lo tenemos que hacer de otro modo: podemos «ponernos en sus zapatos» para acercarnos a otro modo de pensar: un pensamiento en el que no se han apagado la curiosidad, la magia o el misterio.

Sobre los niños, sobre cómo son, otra vez Eduardo Galeano nos trae un poco de lucidez:

“Los niños se sienten respetados. Yo no escribo para débiles mentales y buena parte de la literatura que los adultos escriben para los niños está dirigida a niños de muy limitado alcance mental. Son libros que están o destinados a aterrorizar a los niños o son escritos como para tontos.

Esos mitos y cuentos tienen mucho que ver con la religión, con la magia, con un mundo que a veces es despreciado porque no es racional o porque no parece serlo; pero sí que lo es, sólo que lo es rompiendo las costuras de la razón.

Sí que ocurre en el proceso civilizador una suerte de mutilación progresiva de la capacidad de asombro, de magia, de locura. […] el pensamiento mágico puede llegar a ampliar el horizonte de la realidad, mostrándonos otras realidades que están atrás de la que uno ve.»

Eduardo Galeano

 

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textos V …es precisamente «perdiendo el tiempo» como nos hacemos mayores

“Nuestros desplazamientos, cada vez más a menudo, son traslados, pasos de un punto a otro, dirigidos a un objetivo, por tanto proyectados al futuro, ligados a una función. Distraídos por estas preocupaciones intentamos llegar en el menor tiempo posible al lugar de destino.

Los niños se comportan de manera totalmente diferente. Viven sus desplazamientos como una sucesión de momentos presentes, cada uno importante en sí mismo, cada uno digno de una parada, de una sorpresa, de un contacto. Y entonces los tiempos se alargan, los bolsillos de los niños se llenan de piedras, de hojas, de papeles, y la mente se llena de imágenes, de preguntas, de nuevos descubrimientos. Y todo está junto: lo hermoso, lo nuevo, lo general y lo particular.

Esto suele ser causa de incomprensión por parte de los mayores que recomiendan neciamente: “¡No te detengas a cada momento!”, “¡No pierdas el tiempo!”, sin darse cuenta de que es precisamente perdiendo el tiempo como nos hacemos mayores”.

La ciudad de los niños. Francesco Tonucci


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La ciudad como escuela

Defender una educación en sentido amplio, donde educar se convierte en una verdadera tarea social y participada por todos, y donde educadores y educandos se multiplican y diversifican, significa que niños, jóvenes y adultos podemos educar y ser educados traspasando las fronteras de la escuela.

Mientras trabajamos por una educación escolar mejor, que se adapte al momento actual, que ponga el acento en el desarrollo del talento único de cada alumno, que oriente la colaboración entre esos talentos, para así llegar a un mejor resultado y ayudar, a cada uno y al grupo, a ser mejores…paralelamente a esta reforma necesaria, podemos reflexionar sobre las muchas oportunidades que tenemos a nuestro alrededor para aprender. Un aprendizaje, éste, que nos permite a todos conectar e interactuar con la realidad social más próxima, que permite a niños y jóvenes aprender, ser y vivir hoy, no esperando a «lo que llegarán a ser mañana» sino «siendo hoy», un aprendizaje que les implica activamente con una construcción ciudadana que también a ellos pertenece.

A aprender y enseñar, en definitiva a educar, nuestras ciudades están, en los últimos años, comprometiéndose. Sobre este argumento, y teniendo como hilo conductor «la ciudad en su función educadora», que iniciamos en una entrada anterior, os ofrecemos el artículo de Anatxu Zabalbeascoa para El País: La ciudad puede servir de escuela, que inicia diciendo:

«Salga a la calle y abra los ojos. Más allá de dibujar las ciudades y, en consecuencia, la convivencia entre las personas, el urbanismo juega un papel decisivo como escuela para ciudadanos de todas las edades»

Para leer el artículo, pinchad aquí


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¿Puede la ciudad educar? Hacia un sistema formativo global

«Hoy, más que nunca la ciudad, grande o pequeña, dispone de incontables posibilidades educadoras»

  • Las Ciudades Educadoras

Profundizando en la reflexión acerca de las oportunidades de educar y ser educados fuera del ámbito escolar, que planteábamos en otra entrada del blog, queremos presentaros la iniciativa Ciudades Educadoras. Se trata de un movimiento, que comenzó en los años 90, para reflexionar,  planificar e impulsar proyectos que buscan educar a los ciudadanos desde la ciudad. Si bien la ciudad, con sus complejas relaciones y superposiciones de muy diversas realidades, instituciones, personas y grupos de personas, funciones, dinámicas… ofrece incontables posibilidades para educar, ninguna ciudad es esencialmente educadora, se convierte en educadora a partir de una manifiesta intencionalidad.

Por ello, desde la Carta de Ciudades Educadoras, aprobada en el I Congreso Internacional de Barcelona en 1990, se propone:

«La ciudad será educadora cuando reconozca, ejercite y desarrolle, además de sus funciones tradicionales (económica, social, política y de prestación de servicios) una función educadora, cuando asuma la intencionalidad y responsabilidad cuyo objetivo sea la formación, promoción y desarrollo de todos sus habitantes, empezando por los niños y los jóvenes».

Y es que «Educar e Invertir en Educación» se ha convertido en el gran reto del siglo XXI: una educación que atiende a la persona en su singularidad, y que, al mismo tiempo, considera que ésta es miembro de una Comunidad, y por tanto capaz de diálogo, de confrontación y de solidaridad.

A partir de las 70 ciudades que participaron en el Congreso de Barcelona,  se han ido uniendo a la iniciativa muchas más, y hoy son 450 ciudades las que componen la Red de Ciudades Educadoras . Han tenido lugar, además, varios Congresos Internacionales para analizar los diferentes aspectos que sirven para conformar la función educadora de las ciudades:

En el Banco de Documentos de la AICE (Asociación Internacional de Ciudades Educadoras) podéis consular numerosas experiencias que se han puesto en práctica en ciudades de todo el mundo, y algunas actuaciones que, en forma de buenas prácticas, son experiencias innovadoras destacadas que pueden ser punto de referencia para otras ciudades.

  • Hacia un sistema formativo global: Una educación des-escolarizada

F. Alfieri, pedagogo italiano y miembro de la AICE, subraya la necesidad de que la formación se convierta en una dimensión fuerte e impregnadora:

«No es suficiente con que la sociedad invoque formación, es necesario que se ponga en juego en sus diversos componentes. Por tanto, no podemos hablar sólo de escuela sino que debemos configurar la existencia de un sistema formativo global. De lo contrario, la escuela seguirá siendo una institución cerrada, que se reproduce casi exclusivamente a sí misma. […] Es necesaria una medación inteligente entre una visión totalmente centrada-en-la-escuela y un planteamiento violentamente des-escolarizador».

Para ello, Alfieri centra una sólida y decidida voluntad educativa en dos polos de acción: el Polo Territorial (familia, entes locales, asociaciones y estructuras productivas) que tiene el deber de ofrecer a niños y jóvenes una base experiencial rica, íntegra, auténtica y diversa; y el Polo Escolar (la escuela y otras organizaciones educativas similares) que tiene el deber de transformar las experiencias de vida en instrumentos culturales adecuadas a la sociedad que le rodea.

Porque el territorio educativo más abierto, más accesible e inmediato y más experiencial es LA CIUDAD, y ésta debe necesariamente mantener una relación fluida y equilibrada con la escuela, para que niños y jóvenes participen de una vida urbana que les pertenece y recuperen en la escuela la «vida real» que todavía hoy están echando de menos.


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Ojalá fuera tan fácil cambiar la ciudad…

 

 

Quizá el secreto reside en escuchar a los niños…y cómo propone Francesco Tonucci, en «La cittá dei bambini«, considerar al niño como parámetro del cambio urbano. Porque bajando la óptica a la altura del niño, tenemos garantía de que no dejaremos a nadie por el camino, la ciudad será más humana, diversa y «vivible». Quien sea capaz de tener en cuenta las necesidades y deseos de los niños, dice Tonucci, no tendrá dificultad para considerar las necesidades de ancianos, discapacitados, inmigrantes…Una ciudad de los niños será una ciudad para todos.

Os seguiremos contando cosas de este maravillosos proyecto: La cittá dei Bambini (la ciudad de los niños), que se inició en el año 1991 de la mano de Frato (Francesco Tonucci), y que nos ha devuelto la esperanza de que otra ciudad es posible, y el cambio nos lo ofrecen los niños: