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¿Cómo orientar a los niños hacia un APRENDIZAJE CREATIVO Y FELIZ?


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… qué importante es «saber esperar»

Son éstos tiempos en que nos medimos a golpe de «me gusta», en que aquello que se hace esperar demasiado diluye nuestro interés… es curioso cómo han cambiado los ritmos, los tiempos y la percepción que tenemos de ellos, cómo ha cambiado el modo en que manejamos nuestras esperas y esperanzas.

Por eso hoy se hace necesario «compensar». Cada momento de cambio, y éste de la revolución digital en particular, trae consigo un contrapeso, algo que equilibre y contrarreste el vértigo que el cambio nos hace sentir. Hablamos de movimientos «slow», de la atención plena: «mindfullness» o como ser plenamente conscientes de lo que vivimos en cada instante, y necesitamos recuperar, aunque sea en clave diferente, capacidades que tanto la psicología como la neurociencia han demostrado que son positivas para ser, aprender y convivir.

Recuperamos por ello hoy el Test de Marshmallow, un estudio que inició en la década de los sesenta Walter Mischel de la Universidad de Columbia y que señalan la importancia del aplazamiento de la recompensa para el aprendizaje emocional y social de niños y adultos. Mischel demostró la correlación entre la capacidad para controlar los impulsos básicos en la infancia y las características en la vida adulta. 

El experimento consiste en proponer a niños de 4 años de edad que permanezcan en una habitación durante  20 minutos con una golosina delante sin comérsela. Si lo logran conseguirán un premio: dos golosinas. Como explica Jesús C. Guillén en su blog Escuela con cerebro:

«Para un niño de 4 años, constituye un reto importante. La confrontación entre deseo y autocontrol o entre gratificación y demora es extraordinaria.  El control de la impulsividad y la capacidad de gestionar las emociones, y su relación con la voluntad, conlleva importantes aplicaciones educativas. ¿Se imaginan que la respuesta del niño pueda reflejar el carácter o trayectoria que pueda seguir años después en la vida? Pues en eso consistía el estudio.

[…] Los niños que fueron capaces de esperar utilizaron diferentes métodos, como taparse los ojos para resistir la tentación, cantar, jugar o hablar consigo mismos (ver video). Los más impulsivos eran incapaces de resistir la tentación y cogieron la golosina a los pocos segundos de la marcha del experimentador»

Al cabo de unos años (entre doce y catorce) se evaluó, a través de unos test escritos, competencias y habilidades generales que presentaban estos niños, ahora adolescentes. Los resultados pusieron de manifiesto que aquellos niños que, en su momento, fueron incapaces de reprimir sus impulsos presentaban una baja autoestima, eran más indecisos, soportaban peor el estrés  y eran más proclives a discutir y pelearse. Sin embargo los niños con más capacidad de control se mostraban más responsables y socialmente más competentes.  Cuando se evaluaron los resultado académicos de estos jóvenes al acabar el instituto se demostró que éstos tenían una correlación directa con su capacidad para demorar la gratificación en la infancia.

Pero no todo está determinado y, por supuesto, la habilidad de saber esperar y dominar los impulsos se puede aprender.  Como explica W. Mischel : “Hay pocas cosas en un niño pequeño que nos digan cómo será después su vida. Así que el hecho de que la habilidad analizada sea fácilmente apreciable en una edad muy temprana y de que tenga correlaciones a largo plazo hace que plantee un reto interesante en cuanto a su evolución y funcionamiento”. Os proponemos a continuación la entrevista que E. Punset hizo hace algunos años a W. Mischel con el titulo: Felicidad y Voluntad:

redes

Nos parece muy interesante, como conclusión, la propuesta de Jesús C. Guillén que, basándose en las fortalezas de Seligman, presenta un camino para trabajar algunas habilidades emocionales:

«Desde nuestra experiencia docente estamos acostumbrados a percibir la dejadez y la inconstancia en algunos de nuestros alumnos. La nueva Psicología Positiva, impulsada por Martin Seligman, establece seis virtudes, comunes en todas las culturas, cada una de las cuales despliega una serie de fortalezas. Aunque todas tienen implicaciones educativas, es especialmente interesante analizar la virtud valor. Según Seligman, las fortalezas que componen esta categoría, reflejan el ejercicio consciente de la voluntad hacia objetivos encomiables que no se sabe con certeza si serán alcanzados. La perseverancia o el valor constituyen fortalezas de esta categoría. El alumno valeroso actúa y el perseverante comienza lo que acaba. Los docentes tenemos que ser capaces de transmitir a los alumnos que los errores forman parte del proceso de aprendizaje y que han de ser asumidos con naturalidad».


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un proyecto de educación emocional en marcha

proyecto emocionario en el aula de elena

Os traemos hoy un proyecto muy interesante que la maestra de primaria Elena Pintado Málaga está desarrollando este curso en el aula con los niños. Se trata de un proyecto para ayudar a los niños a ir trabajando la competencia emocional, su objetivo es acompañarles en la difícil tarea de identificar lo que sienten, orientarles para poder explicarlo y animarles a compartirlo con los demás. Como punto de partida propone el libro: Emocionario que edita Palabras Aladas , un diccionario de emociones que describe, con sencillez, cuarenta y dos estados emocionales para que el niño (y el adulto) aprenda a identificarlos y, así, pueda decir lo que realmente siente.
En palabras de Elena en su blog  Aula de Elena:
» […]  ¿Cuántas veces hemos confundido una emoción con otra (por ejemplo, envidia y celos)? ¿O no hemos sabido expresar claramente qué sentimos? En fin, yo soy un poco «doña emociones», pero conozco a más de un adulto bastante poco competente emocionalmente.
Pues para los niños es mucho más complicado todavía, porque tienen una dificultad añadida: el conocimiento lingüístico, el vocabulario, las palabras. Si el lenguaje nos permite manifestar lo que pensamos o sentimos, entonces desconocer determinadas palabras y su significado limitará en gran medida la gama de lo que podamos manifestar. Incluso es posible que nos limite en nuestra capacidad para comprender lo que pensamos o sentimos. Y es que pensar y hablar, por más que no compartan origen, son dos actividades muy vinculadas. Con el itinerario «Di lo que que sientes» pretendo dotar a los niños de los recursos para identificar lo que sienten, para poder expresarlo de forma que los demás los comprendan y, así, aumentar su conocimiento de sí mismos […]»
Os animamos a seguir día a día este interesante proyecto:  Proyecto Emocionario
(de momento han trabajado tres emociones: Ternura, Amor y Odio… ya veréis cómo lo viven los niños!!! )


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Manifiesto sobre educación, arquitectura e infancia

Todos los ciudadanos deberían tener un entendimiento activo del entorno construido, independientemente de la edad, ocupación o formación. Cada uno de nosotros deberá tomar, en algún momento de su vida, una postura en torno a temas relacionados con el medio que nos rodea y, por tanto, tener una opinión sobre la calidad de nuestras propias vidas y las de los demás

Suvi Lindén, ministra de Cultura de Finlandia (1999-2002)

arqutectura-infancia3Imagen perteneciente a los talleres organizados por el colectivo Maushaus

En los meses de mayo y julio de 2014 tuvieron lugar dos encuentros sobre arquitectura e infancia en Madrid y Barcelona. El primero de ellos coincidió con la exposición Playgrounds. Reinventar la plaza en el Centro de Arte Reina Sofía, y el segundo con la celebración del encuentro de Arquitecturas Colectivas BCN 2014 La ciudad no se vende, se vive. Como resultado se ha elaborado este Manifiesto sobre educación, arquitectura e infancia.

… ¿Y por qué nos interesa a nosotros: emoCreativos?… pues porque pone en valor aquellas fortalezas y cualidades que queremos para los niños de hoy: niños curiosos e inquietos, críticos y autónomos, que investiguen, experimenten, pregunten, desmonten certezas y construyan soluciones.

Porque los niños pertenecen a una familia, a un grupo, a una escuela pero también a un lugar. Un lugar que les «educa» y que les interpela, del que respiran y que les reclama su participación.

Manifiesto sobre educación, arquitectura e infancia

1. Respetar la cultura de la infancia, su tiempo, su ritmo

Vosotros tenéis relojes, nosotros tenemos tiempo… Moussa Ag Assarid

Respetar el ritmo de los niños, adaptando el tiempo del adulto al del niño para favorecer el desarrollo de sus capacidades. Dar tiempo para que puedan experimentar y descubrir su entorno. Permitir la pérdida del tiempo en lugar de organizarles de forma rígida su tiempo.

2. Generar curiosidad, estimular ingenios y desmontar certezas

 Siempre que enseñes, enseña también a dudar de lo que enseñas… José Ortega y Gasset

Trabajar con el objetivo de desmontar certezas, generar curiosidad, estimular ingenios y provocar ganas de investigar y experimentar, aspirar a formar personas observadoras, inquietas y críticas.

3. Formar personas observadoras, inquietas y críticas

 La clave de la educación no es enseñar, es despertar… Ernest Renan

Formar a los niños en principios básicos arquitectónicos, no con objeto de que sean arquitectos, sino con la idea de que se conviertan en usuarios formados y críticos con el medio construido que les rodea.

Favorecer por parte de los niños el conocimiento del entorno urbano en el que viven, su comprensión del mismo y posibilitar así una relación afectiva con él a través de análisis y propuestas.

4. Poner en marcha dinámicas lúdicas, participativas, experimentales y transdisciplinares

 Explícame y olvidaré. Enséñame y quizás recordaré. Implícame y entenderé… Confucio

Divulgar el conocimiento del entorno construido, la arquitectura y la ciudad desde dinámicas lúdicas, de participación y de experimentación.

Proponer actividades en equipo y pluridisciplinares, con el objetivo de compartir conocimientos y experiencias.

Educar a través del arte, considerando la arquitectura como una parte del mismo, fomentando la creatividad, la curiosidad y la educación plástica. La arquitectura permite además una lectura espacial y el acercamiento a sus formas de representación.

5. Educar desde el ejemplo

 Sólo hay una educación, y es el ejemplo… Gustav Mahler

Dar a conocer el patrimonio arquitectónico contemporáneo y pasado a través de visitas, talleres y todo tipo de actividades. Educar a través de ejemplos relevantes.

6. Fomentar la autonomía de los niños y su aportación en el diseño urbano

 ¿Qué es un adulto? Un niño inflado por la edad…  Simone de Beauvoir

Favorecer estrategias urbanas (recorrido escolar, playgrounds, etcétera) que potencian la autonomía del niño y permiten su desarrollo adecuado dentro de la ciudad.

Reivindicar el punto de vista de los niños en el diseño urbano, recogiendo y considerando sus opiniones y necesidades específicas.

 Firmantes del Manifiesto

Enlaces relacionados:

“I Encuentro Playgrounds de Arquitectura e Infancia en el MNCARS” (La Casa de Tomasa).

“I Encuentro de Educación de Arquitectura para Niños” (Jorge Raedó, fronterad)

“El juego, un lema ¿subversivo?” (Clara Eslava, Infans Fans, La ciudad viva)

“Estuvimos en la 2º Jornada Playgrounds: Arquitectura e Infancia en Barcelona” (Lluís Sabadell, CoCreable)

“Informe sobre educación arquitectónica para niños en España y Latinoamérica”(Jorge Raedó, fronterad)


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textos VIII… Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz.

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«En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. «Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro». Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.

Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación. Un niño feliz no sólo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos. Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también, otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.

Y hay adultos que tienen el maravilloso don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercase a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer. ¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida. Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino que se deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños […]

Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas de la vida que el que no lo ha sido nunca […]

Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el deCaperucita Roja es uno de los más hermosos de todos. «Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja». Una niña a los que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego algún agua-fiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso. Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo sin ella. «Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad».

Gustavo Martín Garzo. La educación de los niños, publicado en el periódico El País, el 15 de junio de 2008.  

Para leer el artículo completo, podéis encontrarlo en el siguiente enlace: EL PAÍS


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Para enseñar tenemos que «construir relaciones»

En esta breve conferencia, tan inspiradora para todos los educadores, Rita Pierson, maestra durante más 40 años, defiende el valor de la conexión humana en la tarea de enseñar. Y es que ningún aprendizaje significativo se puede originar sin una relación humana significativa, y si volvemos la vista atrás, todos podemos recordar ese profesor que tanto nos influenció y con el que, probablemente, tuvimos una relación que trascendía a lo puramente académico.

Porque además de mejorar el rendimiento académico de los alumnos, tenemos que ayudarles a construir su autoestima, a configurar una imagen positiva de sí mismos y debemos hacer que se sientan capaces de aprender y capaces de ser lo que quieran ser. En definitiva, se trata de creer de verdad en ellos.