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¿Cómo orientar a los niños hacia un APRENDIZAJE CREATIVO Y FELIZ?


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un universo de emociones

universo emociones

las emociones cambian, crecen, oscilan, viajan y se relacionan entre ellas

Hace tiempo que seguimos este proyecto: representar gráficamente, de un modo ten bello, el universo emocional es maravilloso! Porque sí, las emociones se conectan, se relacionan, tejen redes, forman constelaciones, gravitan unas alrededor de otras…Como hemos enunciado innumerables veces, identificar las diferentes emociones, conocerlas y analizarlas es el primer paso para aprender a gestionarlasÉste es el proyecto: Universo de Emociones

«El Universo de las emociones es un proyecto realizado conjuntamente por Eduard Punset, el profesor Rafael Bisquerra y el estudio PalauGea cuyo fin es ofrecer una representación gráfica de las emociones humanas. En este mapa no están todas las emociones contabilizadas hasta el momento por el mundo científico, pero sí que están las más representativas. En total hay representadas 307 emociones, que se estructuran en cuatro niveles según su grado de importancia. El resultado es un mapa gráfico de gran valor por su carácter didáctico y divulgativo, así como por su belleza estética. Una verdadera herramienta que nos permite comprender el mecanismo complejo que mueve nuestro yo interno. Un punto de partida para empezar a gestionar nuestros sentimientos […]

Seis emociones principales son las que articulan todo este mapa visual. Tres se sitúan en la parte superior: alegría, amor y felicidad; y otras tres se sitúan en la parte inferior: miedo, ira y tristeza. Así mismo, existen 4 niveles de emociones según su grado de importancia. De esta forma, la composición viene dada por la situación de las propias emociones en cuanto a positivas y negativas y cómo entre ellas están interrelacionadas, generando cada trío una forma triangular».

Os recomendamos también su blog que nos va a facilitar nuestro aprendizaje emocional, conociendo una a una las emociones que sentimos.


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emociones, emociones y emociones

Navegando, navegando…  nos ha salido al encuentro esta propuesta:

Sin título-2

… De qué se trata:

“Viviendo emociones” es una guía básica para desenvolverse en el apasionante mundo de las emociones. Parte de una premisa clara; las emociones son energía humana, por tanto, ni se crean ni se destruyen; solo se transforman.

La guía se compone del “Manifiesto de las emociones”, un documento que proporciona unas pinceladas clave para usar la emoción de un modo efectivo en nuestro trabajo, e incluso en nuestra vida.

Y de la “Tabla periódica de las emociones”, donde se presentan todas las emociones como elementos químicos. Desde esta tabla podemos elegir las emociones, alterar sus valores y mezclarlas a nuestro gusto para generar interés y empatía. Cada emoción está enlazada a una página web donde se puede leer su definición y buscar sinónimos y antónimos.

Os animamos a usar todas estas herramientas; a observar, a probar, a distinguir todas las emociones que se transforman delante de nuestros ojos, a buscar combinaciones sorprendentes para hacer de cada web, de cada vídeo, de cada tweet, de cada empresa, de cada producto… algo realmente único

Y nos hemos unido al reto de artevía: a emocionar!!!

Aquí puedes descargarlo: tabla periódica de las emociones


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vulnerables?

A todos nos gusta «conectar«… conectar, establecer lazos, sentirnos profundamente próximos a los demas. Inmersos hoy en esa conectividad que nos mantiene comunicados a todas horas, nos preguntamos: ¿Es ésa la conexión de la que estamos hablando? ¿Sentimos que compartimos aquello que somos o aquello que nos gustaría ser, esto es: esa «mejor versión de nosotros mismos» que nos hace ser aceptados, queridos, incluidos en el grupo?

Brene Brown en esta charla TED habla de la conexión y del sentido de pertenencia. Comparte la investigación que ha llevado a cabo durante varios años, intentando descifrar el patrón que define a aquellas personas que han encontrado en la vulnerabilidad una vía para conectar con los demás.


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… qué importante es «saber esperar»

Son éstos tiempos en que nos medimos a golpe de «me gusta», en que aquello que se hace esperar demasiado diluye nuestro interés… es curioso cómo han cambiado los ritmos, los tiempos y la percepción que tenemos de ellos, cómo ha cambiado el modo en que manejamos nuestras esperas y esperanzas.

Por eso hoy se hace necesario «compensar». Cada momento de cambio, y éste de la revolución digital en particular, trae consigo un contrapeso, algo que equilibre y contrarreste el vértigo que el cambio nos hace sentir. Hablamos de movimientos «slow», de la atención plena: «mindfullness» o como ser plenamente conscientes de lo que vivimos en cada instante, y necesitamos recuperar, aunque sea en clave diferente, capacidades que tanto la psicología como la neurociencia han demostrado que son positivas para ser, aprender y convivir.

Recuperamos por ello hoy el Test de Marshmallow, un estudio que inició en la década de los sesenta Walter Mischel de la Universidad de Columbia y que señalan la importancia del aplazamiento de la recompensa para el aprendizaje emocional y social de niños y adultos. Mischel demostró la correlación entre la capacidad para controlar los impulsos básicos en la infancia y las características en la vida adulta. 

El experimento consiste en proponer a niños de 4 años de edad que permanezcan en una habitación durante  20 minutos con una golosina delante sin comérsela. Si lo logran conseguirán un premio: dos golosinas. Como explica Jesús C. Guillén en su blog Escuela con cerebro:

«Para un niño de 4 años, constituye un reto importante. La confrontación entre deseo y autocontrol o entre gratificación y demora es extraordinaria.  El control de la impulsividad y la capacidad de gestionar las emociones, y su relación con la voluntad, conlleva importantes aplicaciones educativas. ¿Se imaginan que la respuesta del niño pueda reflejar el carácter o trayectoria que pueda seguir años después en la vida? Pues en eso consistía el estudio.

[…] Los niños que fueron capaces de esperar utilizaron diferentes métodos, como taparse los ojos para resistir la tentación, cantar, jugar o hablar consigo mismos (ver video). Los más impulsivos eran incapaces de resistir la tentación y cogieron la golosina a los pocos segundos de la marcha del experimentador»

Al cabo de unos años (entre doce y catorce) se evaluó, a través de unos test escritos, competencias y habilidades generales que presentaban estos niños, ahora adolescentes. Los resultados pusieron de manifiesto que aquellos niños que, en su momento, fueron incapaces de reprimir sus impulsos presentaban una baja autoestima, eran más indecisos, soportaban peor el estrés  y eran más proclives a discutir y pelearse. Sin embargo los niños con más capacidad de control se mostraban más responsables y socialmente más competentes.  Cuando se evaluaron los resultado académicos de estos jóvenes al acabar el instituto se demostró que éstos tenían una correlación directa con su capacidad para demorar la gratificación en la infancia.

Pero no todo está determinado y, por supuesto, la habilidad de saber esperar y dominar los impulsos se puede aprender.  Como explica W. Mischel : “Hay pocas cosas en un niño pequeño que nos digan cómo será después su vida. Así que el hecho de que la habilidad analizada sea fácilmente apreciable en una edad muy temprana y de que tenga correlaciones a largo plazo hace que plantee un reto interesante en cuanto a su evolución y funcionamiento”. Os proponemos a continuación la entrevista que E. Punset hizo hace algunos años a W. Mischel con el titulo: Felicidad y Voluntad:

redes

Nos parece muy interesante, como conclusión, la propuesta de Jesús C. Guillén que, basándose en las fortalezas de Seligman, presenta un camino para trabajar algunas habilidades emocionales:

«Desde nuestra experiencia docente estamos acostumbrados a percibir la dejadez y la inconstancia en algunos de nuestros alumnos. La nueva Psicología Positiva, impulsada por Martin Seligman, establece seis virtudes, comunes en todas las culturas, cada una de las cuales despliega una serie de fortalezas. Aunque todas tienen implicaciones educativas, es especialmente interesante analizar la virtud valor. Según Seligman, las fortalezas que componen esta categoría, reflejan el ejercicio consciente de la voluntad hacia objetivos encomiables que no se sabe con certeza si serán alcanzados. La perseverancia o el valor constituyen fortalezas de esta categoría. El alumno valeroso actúa y el perseverante comienza lo que acaba. Los docentes tenemos que ser capaces de transmitir a los alumnos que los errores forman parte del proceso de aprendizaje y que han de ser asumidos con naturalidad».


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un proyecto de educación emocional en marcha

proyecto emocionario en el aula de elena

Os traemos hoy un proyecto muy interesante que la maestra de primaria Elena Pintado Málaga está desarrollando este curso en el aula con los niños. Se trata de un proyecto para ayudar a los niños a ir trabajando la competencia emocional, su objetivo es acompañarles en la difícil tarea de identificar lo que sienten, orientarles para poder explicarlo y animarles a compartirlo con los demás. Como punto de partida propone el libro: Emocionario que edita Palabras Aladas , un diccionario de emociones que describe, con sencillez, cuarenta y dos estados emocionales para que el niño (y el adulto) aprenda a identificarlos y, así, pueda decir lo que realmente siente.
En palabras de Elena en su blog  Aula de Elena:
» […]  ¿Cuántas veces hemos confundido una emoción con otra (por ejemplo, envidia y celos)? ¿O no hemos sabido expresar claramente qué sentimos? En fin, yo soy un poco «doña emociones», pero conozco a más de un adulto bastante poco competente emocionalmente.
Pues para los niños es mucho más complicado todavía, porque tienen una dificultad añadida: el conocimiento lingüístico, el vocabulario, las palabras. Si el lenguaje nos permite manifestar lo que pensamos o sentimos, entonces desconocer determinadas palabras y su significado limitará en gran medida la gama de lo que podamos manifestar. Incluso es posible que nos limite en nuestra capacidad para comprender lo que pensamos o sentimos. Y es que pensar y hablar, por más que no compartan origen, son dos actividades muy vinculadas. Con el itinerario «Di lo que que sientes» pretendo dotar a los niños de los recursos para identificar lo que sienten, para poder expresarlo de forma que los demás los comprendan y, así, aumentar su conocimiento de sí mismos […]»
Os animamos a seguir día a día este interesante proyecto:  Proyecto Emocionario
(de momento han trabajado tres emociones: Ternura, Amor y Odio… ya veréis cómo lo viven los niños!!! )