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¿Cómo orientar a los niños hacia un APRENDIZAJE CREATIVO Y FELIZ?


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8 estrategias para construir el optimismo

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Para volver de una larga ausencia, nada mejor que comenzar apelando al optimismo; optimismo que es fuerza motriz para hacer crecer la creatividad y para emprender acciones que nos permitan «cambiar las cosas».

Refiriéndose al optimismo, Dolors Reig afirma en una reciente entrada de su blog: El Caparazón:

«Diversos artículos y estudios refuerzan la necesidad de considerar este optimismo y la esperanza que le acompaña, como competencias fundamentales, de imprescindible inclusión en los sistemas educativos que andamos reinventando. El tema va mucho más allá del consejo, de la buena voluntad, resultando respaldado por 20 años de investigación desde la psicología positiva. Ésta nos demuestra que estamos hablando, más allá de un rasgo de personalidad, de una habilidad que se puede enseñar y aprender. Nuestras creencias y objetivos para el futuro son elementos básicos de nuestro bienestar y el de los que nos rodean, correlacionando con el aprendizaje, los logros, la construcción de relaciones más positivas, la salud y la satisfacción general con la vida».

A continuación os proponemos la entrada completa que analiza 8 rasgos del optimismo,  así como qué podríamos hacer en educación para conseguir potenciarlo: fomentar una visión positiva del futuro, pensar que podemos, desarrollar aquello que nos hace únicos, confiar en los demás para poder cooperar, mirar-nos con optimismo, creer en la propia habilidad para resolver problemas, mantener la perspectiva y potenciar las ganas de aprender.

Interesante, no? Pues acercaros a leerlo:  El optimismo como competencia esencial para el ciudadano del Siglo XXI (8 estrategias para formarlo).

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La inspiración es contagiosa. El ejemplo del Colegio Riverside en India.

Kiran Bir Sethi nos explica cómo en el revolucionario Colegio Riverside, que ella dirige en India, se enseña a niñas y niños a confiar en sus propias capacidades fomentando que la vida entre en la escuela. A través de experiencias reales los niños aprenden qué y cómo pueden cambiar,  «son transformados» por ese nuevo modo de hacer escuela y así se sienten capaces de liderar el cambio. Como consecuencia de este proceso se han evaluado los resultados obtenidos en estos últimos diez años, observando que los niños son más competentes y, de igual modo, mejora notablemente su bienestar personal.

Os animamos a ver el Colegio Riverside en acción:


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Matemática Emocional

La Matemática emocional,  término acuñado por la profesora Inés Gómez Chacón,  sugiere un binomio: emoción y matemáticas, con muy poca relación aparente.

La creciente demanda para considerar los afectos en el proceso de aprendizaje, de modo que el alumno identifique y sea consciente de sus emociones para poder regular y mejorar sus estrategias  de aprendizaje, hace que hoy sea especialmente pertinente incluir la dimensión emocional y afectiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje de una asignatura con tan «mala prensa» y que produce tantos «quebraderos de cabeza» a niños, padres y educadores, como es: Matemáticas.

La atribución generalizada de que, con el aprendizaje matemático, el alumno adquiere unas competencias relacionadas, directa y exclusivamente, con el razonamiento lógico-deductivo, ha hecho que se considere que cuando el alumno aprende matemáticas, en él se activan únicamente funciones cognitivas, dejándose al margen todo aquello que rodea al mundo de sus emociones, actitudes y creencias. Sin embargo, desde los años 80, el análisis de la  influencia mutua entre “afecto y matemáticas” está siendo considerado como un elemento importante dentro de la Investigación en este campo. 

RELACIÓN ENTRE AFECTO Y APRENDIZAJE EN MATEMÁTICAS.

La interacción mutua entre afecto y aprendizaje matemático se hace patente durante  la práctica educativa: cuando el alumno se enfrenta, en situaciones de aprendizaje, a los estímulos que provienen de la actividad matemática, reacciona emocionalmente:

La experiencia que haya tenido durante su trayectoria escolar, las creencias que tenga sobre las matemáticas o sobre sí mismo y sus capacidades, determinan su trayectoria para aprender,  y hacen que reaccione de un modo u otro. Existe, por tanto, una influencia de la dimensión emocional sobre la cognitiva. Pero, además, el comportamiento del alumno durante su proceso de aprendizaje condiciona e influye en sus creencias y en su actitud. Por eso existe también una influencia de la dimensión cognitiva en la dimensión emocional: «si obtengo buenos resultados en mis tareas matemáticas, seguramente construiré una mayor confianza en mí mismo, que me hará tener una buena disposición para enfrentarme a retos más difíciles. Por el contrario, una reiterada dificultad en el aprendizaje puede hacerme desconfiar de mis capacidades como «aprendiz matemático» y obstaculizar mi proceso escolar.

Gómez Chacón (1997) señala: “la decisión de perseverar en el camino de una posible solución puede estar influida por la confianza o la ansiedad»” (pp. 81).

EDUCACIÓN EMOCIONAL EN MATEMÁTICAS 

De igual modo que, en anteriores entradas, hemos iniciado el camino hacia la comprensión y regulación emocional, con el presente artículo queremos abrir el camino hacia una interesantísima vía de investigación, que está siendo desarrollada ampliamente por varios autores: McLeod, Gómez Chacón, Goldin… y que se está centrando en analizar cómo los afectos del alumno influyen notablemente en su proceso de aprendizaje matemático y en sus resultados académicos.

Por eso, es interesante ver el paralelismo entre la propuesta educativa de la profesora Gómez Chacón centrada en  la actividad matemática, con otras propuestas de Educación Emocional para otras áreas de concocimiento:


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El dibujo infantil, a partir de los cuatro años.

el mar.....chiara, 8 años

En una entrada anterior: El dibujo infantil. Primeras fases de su desarrollo, habíamos intentado acercarnos a cuáles son los procesos que tienen lugar en los primeros años del niño, cuando emprende la tarea natural de dibujar e intentar expresar gráficamente su mundo. Habíamos acabado en la Fase 3, que denominábamos: qué estoy dibujando… (los sustitutivos eficaces). En ella se explicaba que el niño, en una fase que corresponde aproximadamente a los cuatro y cinco años, quiere expresar con sus dibujos «Lo que sabe o conoce de aquello que quiere dibujar», quiere crear una imagen que represente lo que quiere evocar.

Continuando con nuestra aproximación al proceso de aprendizaje gráfico, vamos a explicar las tres fases siguientes:

Fase 4: imágenes mínimas

A medida que el niño va adquiriendo conocimientos, quiere que en sus dibujos se reconozca lo que él quiere representar. Para ello, tiene que ir dotando al dibujo de determinadas rasgos mínimos, que permitan al observador identificarlo. Ésto es lo que algunos autores denominan las imágenes mínimas. El niño busca, de modo todavía no plenamente consciente, cuáles son esos rasgos que permiten a cualquier persona identificar lo que él quiere dibujar: un árbol, una niña o un columpio. De entre estas imágenes mínimas, el niño primero acude a las que aportan un mayor significado: para dibujar un hombre, por ejemplo, acude a la figura erecta y de frente, sin embargo para dibujar un gato,  lo representa de perfil y con los rasgos esenciales para poder distinguirlo: las orejas y sus cuatro patas; otor ejemplo serían los dibujos de algunos insectos o reptiles, en los que el niño los suele dibujar vistos desde arriba. En definitiva, se trata de transmitir aquello que aporte, con pocas líneas, un mayor contenido o unas mejores pistas para ser identificado.

Las imágenes mínimas suponen un gran descubrimiento. Imaginad cómo se siente el niño, su alegría, al observar que los trazos, puntos y rayas que dibuja en el papel, son identificados con la forma que él ha querido comunicar. A partir de estos primeros esquemas gráficos, el niño insistirá repitiendo y mejorando estos dibujos esenciales, con el objetivo que se vayan acercando cada vez más a la fisonomía real del objeto representado. Ésta es, por tanto, una fase en la que el dibujo está unido a la experimentación, el tanteo y el descubrimiento de los rasgos que definen los objetos.

Fase 5: La copia y el parecido

Algunos autores defienden que si no existiera una «contaminación figurativa», basada en la multitud de imágenes que los niños reciben a diario por diferentes medios, sus dibujos se quedarían en la fase anterior. Sus dibujos serían «imágenes mínimas», más o menos perfeccionadas, que mediante unos pocos rasgos gráficos expresan la realidad. Pero hoy más que nunca, el niño crece en la cultura de la imagen: ilustraciones, libros y revistas, envases y carteles publicitarios, televisión, cine, multimedia… por eso hoy es tan difícil determinar si esos invariantes que tienen casi todos los dibujos de los niños, en sus primeros años de vida, proceden del mundo real o del mundo de la imagen. Podemos intuir que la representación común de «el sol» como un círculo amarillo del que salen una serie de líneas rectas es producto de lo que el niño percibe en las imágenes de sus cuentos, como también ocurre, en la representación de «una casa»: un tejado a dos aguas de color rojo, varias ventanas cuadradas en fachada y una chimenea por la que sale humo. También deducimos, por el contrario, que la representación de las personas, probablemente procede de lo que el niño ve a su alrededor. Por todo esto, parece que en el aprendizaje gráfico del niño influye tanto su percepción del mundo como la percepción de imágenes y dibujos, que le llegan por diferentes medios de comunicación.

En esta fase, al niño se le estimula a realizar ejercicios como colorear,  trazar el contorno uniendo puntos, y también aprende algunos trucos de dibujo: como representar un cubo transparente con dos cuadrados superpuestos unidos por sus vértices o  dibujar el perfil de una persona con dos números. Aquí comienza un proceso, que se puede situar en torno a los seis o siete años, en que el niño ya no busca tanto los sustitutivos eficaces sino la copia de los mismos: el niño quiere imitar otros dibujos e imágenes porque en ellos ve nuevos rasgos que representan mejor lo que él quiere dibujar. El niño busca dotar de mayor verosimilitud a sus dibujos, y quiere que se parezcan, cada vez más, a lo que él ve; el niño, en esta fase, principalmente copia e imita.

Fase 6: dibujando la realidad

La dificultad que encuentran los niños cuando intentan copiar otros dibujos, se acentúa enormemente cuando intenta dibujar directamente de la realidad. Porque si copiar supone repetir líneas, manchas o colores, dibujar a mano alzada exige tanto percibir formas como manejar los esquemas gráficos que el niño había ya aprendido.

Es clave señalar que en esta fase, que se sitúa alrededor de los nueve o diez años, es cuando el niño experimenta la frustración y la vergüenza, al no ser capaz de dibujar con eficacia lo que él quiere, y estas emociones suelen surgir, con frecuencia, cuando compara sus dibujos con lo de los demás. Éste es el momento en que muchos niños empiezan un progresivo abandono del dibujo, y empiezan a creer de que «el dibujo no es lo suyo». Por eso, es muy importante un adecuado aprendizaje del dibujo, a partir de los ocho o nueve años, que les oriente hacia el dibujo realista, de modo que el niño vaya aprendiendo, vaya experimentando sus errores y aciertos, vaya evolucionando y, sobre todo, no pierda confianza en sí mismo y en sus capacidades. Porque un aprendizaje adecuado le permitirá disfrutar dibujando y  le proporcionará una herramienta: el dibujo, para poder expresarse gráficamente y manifestar sus propias ideas, y que le será muy útil en muchas áreas del conocimiento, como las áreas científica o artística.  


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Informe Delors: «La educación encierra un tesoro»

El denominado Informe Delors es un estudio de la «Comisión Internacional sobre la Educación del siglo XXI» (presidida por Jacques Delors), que se publicó en 1996 por encargo de la UNESCO, bajo el título: La educación encierra un tesoro. Entre sus objetivos, se quiere señalar la función indispensable que tiene la educación, como instrumento para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social.

El Informe consta de tres partes: Horizontes, Principios y Orientaciones. En la segunda parte, dedicada a los Principios de la Educación, se reflexiona sobre cuáles deben ser los pilares de la Educación. Nos ofrece una orientación muy interesante acerca de cuáles son las claves, en un momento incierto como el actual,  sobre las que podemos construir, entre todos, la Educación de nuestros hijos y resume maravillosamente qué es una educación global e integral:

 «La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.

Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.

Aprender a hacer, a fin de adquirir no sólo una calificación profesional sino, mas generalmente, una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los jóvenes y adolescentes, bien espontáneamente a causa del contexto social o nacional, bien formalmente gracias al desarrollo de la enseñanza por alternancia.

Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia -realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos- respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.

Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar…

Mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo. En esa concepción deben buscar inspiración y orientación las reformas educativas, tanto en la elaboración de los programas como en la definición de las nuevas políticas pedagógicas.»