La Matemática emocional, término acuñado por la profesora Inés Gómez Chacón, sugiere un binomio: emoción y matemáticas, con muy poca relación aparente.
La creciente demanda para considerar los afectos en el proceso de aprendizaje, de modo que el alumno identifique y sea consciente de sus emociones para poder regular y mejorar sus estrategias de aprendizaje, hace que hoy sea especialmente pertinente incluir la dimensión emocional y afectiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje de una asignatura con tan «mala prensa» y que produce tantos «quebraderos de cabeza» a niños, padres y educadores, como es: Matemáticas.
La atribución generalizada de que, con el aprendizaje matemático, el alumno adquiere unas competencias relacionadas, directa y exclusivamente, con el razonamiento lógico-deductivo, ha hecho que se considere que cuando el alumno aprende matemáticas, en él se activan únicamente funciones cognitivas, dejándose al margen todo aquello que rodea al mundo de sus emociones, actitudes y creencias. Sin embargo, desde los años 80, el análisis de la influencia mutua entre “afecto y matemáticas” está siendo considerado como un elemento importante dentro de la Investigación en este campo.
RELACIÓN ENTRE AFECTO Y APRENDIZAJE EN MATEMÁTICAS.
La interacción mutua entre afecto y aprendizaje matemático se hace patente durante la práctica educativa: cuando el alumno se enfrenta, en situaciones de aprendizaje, a los estímulos que provienen de la actividad matemática, reacciona emocionalmente:
La experiencia que haya tenido durante su trayectoria escolar, las creencias que tenga sobre las matemáticas o sobre sí mismo y sus capacidades, determinan su trayectoria para aprender, y hacen que reaccione de un modo u otro. Existe, por tanto, una influencia de la dimensión emocional sobre la cognitiva. Pero, además, el comportamiento del alumno durante su proceso de aprendizaje condiciona e influye en sus creencias y en su actitud. Por eso existe también una influencia de la dimensión cognitiva en la dimensión emocional: «si obtengo buenos resultados en mis tareas matemáticas, seguramente construiré una mayor confianza en mí mismo, que me hará tener una buena disposición para enfrentarme a retos más difíciles. Por el contrario, una reiterada dificultad en el aprendizaje puede hacerme desconfiar de mis capacidades como «aprendiz matemático» y obstaculizar mi proceso escolar.
Gómez Chacón (1997) señala: “la decisión de perseverar en el camino de una posible solución puede estar influida por la confianza o la ansiedad»” (pp. 81).
EDUCACIÓN EMOCIONAL EN MATEMÁTICAS
De igual modo que, en anteriores entradas, hemos iniciado el camino hacia la comprensión y regulación emocional, con el presente artículo queremos abrir el camino hacia una interesantísima vía de investigación, que está siendo desarrollada ampliamente por varios autores: McLeod, Gómez Chacón, Goldin… y que se está centrando en analizar cómo los afectos del alumno influyen notablemente en su proceso de aprendizaje matemático y en sus resultados académicos.
Por eso, es interesante ver el paralelismo entre la propuesta educativa de la profesora Gómez Chacón centrada en la actividad matemática, con otras propuestas de Educación Emocional para otras áreas de concocimiento:
25 de febrero de 2013 en 1:16
muy interesante perfecto para mi teabajo de tesis