Si dedicamos unos minutos a escuchar_nos, tarea aparentemente muy difícil hoy en día, podremos observar cómo existe una creciente distancia entre lo que desearíamos hacer con nuestra vida, de corazón, y nuestra «vida real».
Cuántas veces preguntamos a nuestros alumnos, o a nuestros hijos, ¿Qué quieres hacer al acabar la escuela?… presuponiendo, claro, que la única alternativa es estudiar y, a poder ser, algo «de provecho».Pero cuando conseguimos que los adolescentes se abstraigan del propósito puramente económico, y cuando les invitamos a cuestionarse: ¿A qué te gustaría dedicarte? ¿Cómo crees que disfrutarías realmente de tu vida?, comprobamos cómo las respuestas conectan directamente con sus talentos, con sus inquietudes, con sus intereses. Estamos descubriendo aquello que el hijo/alumno quiere realmente para su vida. No es automático, muchas veces nos ahogamos en un «mar de dudas», pero es muy emocionante saber que esta búsqueda nos conduce hacia nuestro verdadero «Elemento«, del que tanto hemos hablado en emoCreativos.
Porque… ¿Cómo aconsejar hoy a un adolescente que estudie una carrera de la que no podemos garantizar un futuro seguro y rentable?; ¿Tenemos nosotros la certeza de lo que ocurrirá dentro de una década?. Seguramente no. Por eso, y considerando como uno de los aspectos positivos de este mundo «en crisis» la no-inmediatez de las respuestas, proponemos una alternativa: Buscar el lugar secreto en que sabemos quiénes somos de verdad: buscar aquello que nos apasiona y que “se nos da bien”, aquello que nos hace perder la noción del tiempo, aquello que necesitamos hacer para vivir porque sólo así nos sentimos felices.
… no son sueños, no estamos hablando de utopías irrealizables… aunque nos mostremos escépticos, hoy sabemos que esto funciona: os recomendamos los casos reales que Ken Robinson explica en su libro: El elemento: Descubrir tu pasión lo cambia todo, como el caso de Bart Conner.
De muchas de estas cosas nos habla el siguiente vídeo:
26 de febrero de 2013 en 18:36
Ánimo! Hay que intentarlo…