Los diferentes medios de enseñanza y materiales didácticos se han identificado, tradicionalmente, con una función de transmisión del conocimiento. Esta consideración ha sido el reflejo de una determinada visión del proceso de aprendizaje, aquella que entendía que el alumno tiene un rol pasivo: el alumno es «el receptor» de la información que el profesor le intenta transmitir, valiéndose de estos medios y recursos.
En la actualidad, y siguiendo las investigaciones que están tratando de explicar el papel que juegan las nuevas tecnologías en el ámbito educativo, un nuevo enfoque se ha ido abriendo camino: una concepción constructivista que considera que los medios y tecnologías de enseñanza son herramientas que ESTRUCTURAN la actividad del alumno y su propia construcción del conocimiento. Por ello, el alumno pasa a desempeñar un papel activo en su aprendizaje y el protagonismo de este proceso se centra en la propia actividad del alumno.
Así, si hoy reconocemos como clave del aprendizaje, el trabajo operativo del alumno: «el aprender haciendo», nos preguntamos:
¿Qué ocurre con los diferentes, y muy diversos, medios de enseñanza y recursos que el alumno tiene hoy a su disposición? ¿Aprende lo mismo si utiliza uno u otro medio para construir el conocimiento?
Recientes estudios han demostrado que, como expone Manuel Area Moreira (2004): «Los medios codifican el conocimiento y la cultura a través de formas de representación figurativas y/o simbólicas, y exigen del sujeto la activación de distintas habilidades cognitivas». Como afirma la psicología cognitiva, cada medio, por su naturaleza simbólica, y por cómo representa el mensaje que quiere transmitir, hace que se activen distintas estrategias, habilidades y operaciones cognitivas.
Cuáles son, por tanto, las conclusiones a las que nos conducen las investigaciones sobre los medios de enseñanza:
- El aprendizaje es un proceso donde el alumno tiene un papel activo.
- El alumno construye su aprendizaje.
- Cada medio de enseñanza, por su carácter y su representación de la información, activa diferentes habilidades cognitivas en el alumno. Y, por ello, el alumno construye de modo diferente el conocimiento, dependiendo de qué recurso utilice.
Qué aplicación podemos extraer para la práctiva educativa:
«De todo ello se deriva la necesidad de que en los procesos de enseñanza se enseñe al alumnado las habilidades de saber acceder a las distintas fuentes de información y dominar los distintos lenguajes de representación simbólica (no sólo los textuales, sino también el lenguaje audiovisual y sonoro). Por consiguinente, la multisensorialidad que provoca el uso simultáneo y variado de medios y materiales de muy diversa naturaleza (impresos, audiovisuales e informa´ticos), junto con la oferta de actividades que requieran trabajar en distintas modalidades simbólicas de la información (textuales, gráficas, sonoras , etc.), debe ser un principio de actuación permanente en el contexto escolar». M. Area Moreira (2004).